L a presencia en las escuelas libres de la diversidad funcional / capacidades no normativas / discapacidad es casi nula, aunque cada vez con más valiosos ejemplos.
Diferentes motivos provocan esta realidad, creo que dos son los principales: las ratios y el miedo de los proyectos por acoger la diversidad. Pensemos que en las escuelas estatales ordinarias, uno de los «momentos críticos» para las peques con un diagnóstico es el período de Recreo; creando por ello en muchas colegios «Programas de patio» para poder acompañar ese tiempo en el que puede aumentar vertiginosamente el nivel de estrés y malestar. Ahora bien, ese recreo, ese tiempo de juego libre es permanente u ocupa una gran parte de la jornada en la mayoría de escuelas libres. Por tanto, las ratios, los recursos personales, son una limitación para poder ofrecer un acompañamiento que atienda las necesidades concretas.
Por otra parte, la enorme responsabilidad que asumen las acompañantes, la autoexigencia que predomina en este oficio, puede llevar a que se consideren muy alejadas de poder acompañar, de realizar un seguimiento de los procesos emocionales personales, de los aprendizajes, de las relaciones… creo sinceramente, que gran parte de la labor que desempeñan las profesionales en el ámbito de la Educación Especial, del trabajo realizado con el denominado alumnado con necesidades educativas especiales, está presente en las escuelas libres: respetar los ritmos, los procesos individuales, confiar en la capacidad de conectar con las propias necesidades e intereses y actuar en consecuencia, tratar con respeto a la persona viéndola de forma global (no únicamente como una cabeza que llenar de conocimientos)… pero es cierto, que pueden existir conocimientos
«específicos» que satisfagan las necesidades que compartan personas con un mismo diagnóstico; pero incluso en esa situación, en el ámbito de las escuelas libres hay un gran trabajo realizado, puesto que ninguna etiqueta eclipsará a la persona. Pero por ejemplo, es necesario saber que en el Síndrome de Prader-Willi, es prioritario atender el ámbito de la alimentación, que ciertos diagnósticos pueden ir asociados a crisis epilépticas o que en el Síndrome de Asperger, las interacciones entre iguales pueden requerir de un acompañamiento «más» estructurado o sistemático.
Mi propuesta es aportar mi formación y experiencia (Maestro de Educación Especial, posgrado de Experto en Trastornos del Espectro Autista y casi diez años trabajados en el ámbito de la diversidad funcional) para realizar asesoría a la diversidad funcional en escuelas libres y a los proyectos que quieran acoger en su espacio a peques que han sido diagnosticadas: Síndrome de Asperger, Síndrome de Down, Discapacidad intelectual…
Me mandáis un escrito de una página (como máximo) explicando el motivo de la asesoría. Creo que escribirlo ayuda a «aclarar» las ideas, a «tomar conciencia»; incluso a plasmar ideas que nunca se han verbalizado.
Mantenemos una conversación telefónica (máximo una hora) en la que tras leer ese escrito, realizo algunas preguntas para profundizar en la información recibida.
El valor económico de la asesoría es de 50€. Las sucesivas asesorías referidas a las mismas cuestiones implican igualmente el envío de un escrito (máximo una página) y una conversación de máximo dos horas, con un importe de 30€.
L a presencia en las escuelas libres de la diversidad funcional / capacidades no normativas / discapacidad es casi nula, aunque cada vez con más valiosos ejemplos.
Diferentes motivos provocan esta realidad, creo que dos son los principales: las ratios y el miedo de los proyectos por acoger la diversidad. Pensemos que en las escuelas estatales ordinarias, uno de los «momentos críticos» para las peques con un diagnóstico es el período de Recreo; creando por ello en muchas colegios «Programas de patio» para poder acompañar ese tiempo en el que puede aumentar vertiginosamente el nivel de estrés y malestar. Ahora bien, ese recreo, ese tiempo de juego libre es permanente u ocupa una gran parte de la jornada en la mayoría de escuelas libres. Por tanto, las ratios, los recursos personales, son una limitación para poder ofrecer un acompañamiento que atienda las necesidades concretas.
Mi propuesta es aportar mi formación y experiencia (Maestro de Educación Especial, posgrado de Experto en Trastornos del Espectro Autista y casi diez años trabajados en el ámbito de la diversidad funcional) a los proyectos que quieran acoger en su espacio a peques que han sido diagnosticadas: Síndrome de Asperger, Síndrome de Down, Discapacidad intelectual…
Por otra parte, la enorme responsabilidad que asumen las acompañantes, la autoexigencia que predomina en este oficio, puede llevar a que se consideren muy alejadas de poder acompañar, de realizar un seguimiento de los procesos emocionales personales, de los aprendizajes, de las relaciones… creo sinceramente, que gran parte de la labor que desempeñan las profesionales en el ámbito de la Educación Especial, del trabajo realizado con el denominado alumnado con necesidades educativas especiales, está presente en las escuelas libres: respetar los ritmos, los procesos individuales, confiar en la capacidad de conectar con las propias necesidades e intereses y actuar en consecuencia, tratar con respeto a la persona viéndola de forma global (no únicamente como una cabeza que llenar de conocimientos)… pero es cierto, que pueden existir conocimientos «específicos» que satisfagan las necesidades que compartan personas con un mismo diagnóstico; pero incluso en esa situación, en el ámbito de las escuelas libres hay un gran trabajo realizado, puesto que ninguna etiqueta eclipsará a la persona. Pero por ejemplo, es necesario saber que en el Síndrome de Prader-Willi, es prioritario atender el ámbito de la alimentación, que ciertos diagnósticos pueden ir asociados a crisis epilépticas o que en el Síndrome de Asperger, las interacciones entre iguales pueden requerir de un acompañamiento «más» estructurado o sistemático.
Mi propuesta es aportar mi formación y experiencia (Maestro de Educación Especial, posgrado de Experto en Trastornos del Espectro Autista y casi diez años trabajados en el ámbito de la diversidad funcional) a los proyectos que quieran acoger en su espacio a peques que han sido diagnosticadas: Síndrome de Asperger, Síndrome de Down, Discapacidad intelectual…
Mantenemos una conversación telefónica (máximo una hora) en la que tras leer ese escrito, realizo algunas preguntas para profundizar en la información recibida.
El valor económico de la asesoría es de 50€. Las sucesivas asesorías referidas a las mismas cuestiones implican igualmente el envío de un escrito (máximo una página) y una conversación de máximo dos horas, con un importe de 30€.